“Consultarán unidos Contra Jehová y contra su ungido, diciendo: Rompamos sus ligaduras, Y echemos de nosotros sus cuerdas” (Salmo 2:2,3)
Cuando el Señor Jesús subía a Jerusalén, concientizó a sus discípulos acerca del rechazo que sufriría, y de su muerte, enfriando las esperanzas que ellos tenían acerca del reino de Dios y su manifestación inmediata; por medio de las parábolas de las diez minas y los labradores malvados. (Lucas 19 y 20)
Les expuso las verdaderas razones del rechazo y muerte que padecería con estas palabras:
“NO QUEREMOS QUE ESTE REINE SOBRE NOSOTROS” (Lucas 19: 14)
Nosotros, que vemos esto como un hecho cumplido, nos admiramos diciendo: ¡Qué barbaridad! ¡¿Cómo pudieron obrar así?!
Sin embargo, el corazón de aquellas personas es igual al nuestro, y somos capaces de cometer las mismas barbaridades, por las mismas razones. No querer que Dios reine en nuestras vidas, diciéndonos lo que está bien y lo que está mal.
En un debate reciente, donde se hablaba sobre la vida y la muerte, alguien con mucha elocuencia le expresó a su interlocutor lo siguiente: “Usted no puede obligar a quienes pensamos distinto a vivir en una teocracia”
Más allá de la interpretación que uno le quiera dar a la frase, ésta implica el mismo sentido que el versículo de Lucas 19:14.
El pueblo hebreo vivía teocráticamente. Teocracia es el gobierno de Dios. Rechazar el gobierno de Dios en nuestra vida, es equivalente a decir: No queremos que éste reine sobre nosotros.
Pensamientos para reflexionar