“Jesús es la piedra reprobada por vosotros los edificadores, la cual ha venido a ser cabeza del ángulo. Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos” (Hechos 4:11,12)
“El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él (Juan 3:36)
No existe pecado, por grande que nos parezca que Dios no pueda perdonar en Cristo. La obra del Señor Jesús llevada a cabo en la cruz del calvario es suficientemente grande para cubrir y salvar al más vil pecador. Sin embargo, hay algo que cometen los seres humanos a diario que no tiene perdón, y es justamente rechazar la gracia de Dios para salvación.
Desde el primer hombre salvado hasta el último que sea salvo, todos, sin importar el tiempo en el que hayan vivido, son salvos de la misma manera: Por gracia, mediante la fe. “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe” (Efesios 2:8) Es decir: Dios ha enviado a su Hijo a morir por nuestros pecados. El Hijo se ofreció como ofrenda por el pecado. Dios satisfecho con esa obra, nos ofrece, por gracia, sin que lo merezcamos, la salvación; de la cual nos apropiamos por fe, creyendo en Cristo como nuestro salvador.
Agustín de Hipona, el reconocido teólogo del siglo IV, ejemplificaba esta situación, hablando acerca de un enfermo del estómago al que era imposible curar, ya que cuando le daban su medicina eficaz, él la devolvía. Al tener un solo remedio para curar su mal, era imposible curarlo si lo rechazaba. Así sucede con los hombres decía. Hay un solo medio de salvación: Cristo, pero nadie puede ser salvo si lo rechaza (Juan 3: 36)
Pensamientos para reflexionar