Y en esto conocemos que somos de la verdad, y aseguraremos nuestros corazones delante de él; pues si nuestro corazón nos reprende, mayor que nuestro corazón es Dios, y él sabe todas las cosas. (1 Juan 3:19,20)
“Porque no hay nada oculto que no haya de ser manifestado; ni escondido, que no haya de salir a luz” (Marcos 4:22)
La Biblia declara que no hay nada oculto que no haya de ser manifestado. Y eso se cumple indefectiblemente. No importa el tiempo que transcurra, ni las habilidades que se tengan para ocultar las cosas, todo saldrá a la luz, porque Aquel, ante quien todas las cosas están desnudas las pondrá de manifiesto (Hebreos 4.13)
Por eso debemos hacer las cosas bien. De lo contrario “Sabed que vuestro pecado os alcanzará” (Deuteronomio 32:23) Será hoy, mañana, en un año, pero todo saldrá a la luz.
A veces, las personas piensan que finalmente nada es tan malo porque Dios contemporiza con nosotros adaptándose a los tiempos
Otros creen que, como no cayó un rayo del cielo al momento de su pecado oculto, Dios no lo tuvo en cuenta. Como hay otros que reconocen que están pecando, pero, se consuelan pensando que, a pesar de eso, con su servicio y buen obrar, finalmente equipararán las cosas. Esas son especulaciones mentales. Dios en algún momento pondrá todo de manifiesto como dice en su Palabra: “Estas cosas hiciste, y yo he callado; Pensabas que de cierto sería yo como tú; Pero te reprenderé, y las pondré delante de tus ojos” (Salmo 50: 21) Y esto es válido para los pecados personales como para los colectivos en la congregación.
El pecado no se esconde, solo Dios lo borra cuando existe reconocimiento, arrepentimiento y confesión de la culpa.
Pensamientos para reflexionar