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“¿Qué hombre vivirá y no verá muerte?” (Salmo 89:48)
“No hay hombre que tenga potestad sobre el espíritu para retener el espíritu, ni potestad sobre el día de la muerte; y no valen armas en tal guerra, ni la impiedad librará al que la posee” (Eclesiastés 8:8)
Dios dice en su palabra: “Mejor es ir a la casa del luto que a la casa del banquete; porque aquello es el fin de todos los hombres, y el que vive lo pondrá en su corazón” (Eclesiastés 7:2)
Los banquetes y las fiestas, son mucho más apetecidos que los funerales. Lo placentero nos hace olvidar un poco la realidad. En cambio, en la casa de luto, nos encontramos frente aquello que evitamos ver, y que es el fin de todos los hombres.
La Biblia enseña que hay sólo dos maneras de morir. Están los que mueren en sus pecados (Juan 8:24) y los que mueren en el Señor (Apocalipsis 14:13)
Los que mueren en sus pecados, son aquellos que no creyeron en el Señor Jesús, ni confiaron en él como su salvador. Los que mueren en el Señor, los bienaventurados que, habiéndose reconocido pecadores, lo recibieron como su salvador, creyendo en su nombre (Juan 1:12) Y estas posiciones se logran en vida. “En el lugar que el árbol cayere allí quedará” (Eclesiastés 11.3) No hay ruegos, ni misas, ni ofrendas que se puedan hacer para cambiar la situación de aquel que ha partido. Por eso La Biblia dice “Prepárate para venir al encuentro de tu Dios” (Amós 4:12) Mientras estés con vida sobre la tierra, y las puertas de la gracia estén abiertas “Cree en el Señor Jesucristo y serás salvo”
Pensamientos para reflexionar
