“El levanta del polvo al pobre, Y del muladar exalta al menesteroso, Para hacerle sentarse con príncipes y heredar un sitio de honor” (1 Samuel 2:8)
“… la misericordia triunfa sobre el juicio” (Santiago 2:13)
(Leer 2 Samuel 4:4, 5:6 al 8 y 9:1 al 13)
Cuando David fue proclamado rey, los Jebuseos dijeron que no podría tomar Jerusalén, porque aún los ciegos y los cojos lo echarían. Por eso, al tomar la fortaleza de Sión se dijo: “Ni ciego ni cojo entrará en la casa”
Luego, establecido David dijo: “¿Ha quedado alguno de la casa de Saúl, a quien haga yo misericordia por amor de Jonatán?… Y Siba respondió al rey: Aún ha quedado un hijo de Jonatán, lisiado de los pies…. “Trajeron a Mefi-boset hijo de Jonatan, quien vino con temor ya que por su origen y su condición, no podía esperar nada del rey.
“Y le dijo David: No tengas temor, porque yo a la verdad haré contigo misericordia por amor de Jonatán tu padre, y te devolveré todas las tierras de Saúl tu padre; y tú comerás siempre a mi mesa… Y moraba Mefi-boset en Jerusalén, porque comía siempre a la mesa del rey; y estaba lisiado de ambos pies”
Así es la gracia de Dios para con nosotros. No podíamos estar en su comunión, pero él tuvo misericordia, nos buscó y nos sentó a su Mesa. Allí, tal como Mefi-foset, si miramos hacia abajo recordaremos nuestra caída, nuestro pasado, nuestra miseria… Sin embargo, sentados a su Mesa, nadie puede notar nada. Somos un testimonio más de su gracia, restaurados en su amor y su perdón.
Pensamientos para reflexionar