“Como aquel a quien consuela su madre, así os consolaré yo a vosotros, y en Jerusalén tomaréis consuelo” (Isaías´66:13)
¿Se olvidará la mujer de lo que dio a luz, para dejar de compadecerse del hijo de su vientre? Aunque olvide ella, yo nunca me olvidaré de ti. (Isaías 49:15)
Uno de los dones más grandes que nos ha dado Dios, son las madres…
Moisés tuvo una madre de fe que lo guardó para Dios; que lo crio en el camino y la amonestación del Señor (Efesios 6:4) Por eso “escogió antes ser maltratado con el pueblo de Dios, que gozar de los deleites temporales del pecado, teniendo por mayores riquezas el vituperio de Cristo que los tesoros de los egipcios… “(Hebreos 11:25,26)
Samuel tuvo una madre de fe que oraba, y que lo dedicó enteramente a Dios “Y el niño ministraba a Jehová” “e iba creciendo, y era acepto delante de Dios y delante de los hombres” (1 Samuel 1:28, 2:26)
Timoteo tuvo una madre de fe que le enseñó las Sagradas Escrituras; y él, se convirtió al Señor y le sirvió fielmente desde jovencito. (2 Timoteo 1:5 y 3:15)
Las madres son un don maravilloso. Es imposible que una madre deje de compadecerse de su hijo; aunque, si eso ocurriera, debemos saber, que Dios nunca procedería de ese modo. Él dijo: “Yo nunca me olvidaré de ti”
Quien en su amor nos dio madres, es quien en su amor, nos dio a Jesucristo como salvador
Pensamientos para reflexionar