LOS TIEMPOS DE DIOS

“He aquí ahora el tiempo aceptable; he aquí ahora el día de salvación” (2 Corintios 6:2)

“Por lo cual, como dice el Espíritu Santo: Si oyereis hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones” (Hebreos 3:7,8)


La Biblia nos enseña que Dios tiene sus tiempos. Por ejemplo, para enviar a su Hijo a la tierra no lo hizo en cualquier momento, sino: “Cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley” (Gálatas 4:4) Lo mismo, en cuanto a la muerte. El momento de dar su vida no fue fortuito. Las Escrituras dicen que siempre procuraban prenderle; “pero ninguno le echó mano, porque aún no había llegado su hora” (Juan 7:30) Así vemos que, “Todo tiene su tiempo, y todo… tiene su hora” (Eclesiastés 3:1)

Sin embargo, existe el pensamiento que también esto de los tiempos se aplica para la salvación. De manera que, cuando alguien se convierte de grande, luego de haber rechazado la gracia toda la vida, se dice: “Le llegó la hora. Dios tiene sus tiempos y este era el momento propicio…”

Eso no es lo que enseña la Palabra. Dios nos enseña que el tiempo de convertirnos es cuando Dios se manifiesta al hombre y le hace llegar el mensaje del evangelio. Cuando eso pasa, es el momento. Eso, generalmente, sucede a la temprana edad, y no hay que dejar pasar la oportunidad, porque las primicias (los primeros frutos) son de Jehová. Y Dios espera del hombre “Las primicias de toda su fuerza (Salmo 105:36) “Las primicias de todos tus frutos” (Proverbios 3:9)


Pensamientos para reflexionar

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