
“Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego” (Romanos 1.16)
“Además os declaro, hermanos, el evangelio que os he predicado, el cual también recibisteis, en el cual también perseveráis… Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras” (1 Corintios 15.1-4)
El evangelio se fundamenta sobre dos pilares: La muerte de Cristo y su resurrección. Si un mensaje no habla de estos hechos fundamentales no es el evangelio. Podemos escuchar que alguien predique y diga: ¡Jesús te ama!, ¡Dios es bueno!, ¡Cristo es la solución! Y frases similares que, si bien son ciertas, por sí solas no son el mensaje del evangelio, sino aquello que las personas quieren oír porque se encuentran necesitados.
El mensaje del evangelio, es la buena noticia que Cristo Jesús vino al mundo a salvar a los pecadores. (1 Timoteo 1:15) y que para salvarlos murió por nuestros pecados. Pero no es solo su muerte, sino que se complementa con su resurrección. Profetas y líderes religiosos mártires hubo muchos, pero murieron. Más Jesús vive. Él no era un hombre común. Era Dios manifestado en carne, que murió por nuestros pecados de manera sustitutoria y resucitó con poder.
La seguridad de la salvación está claramente manifestada en la resurrección de nuestro Señor Jesucristo, quien fue entregado por nuestras transgresiones, y resucitado para nuestra justificación (Romanos 5:1) El Padre, satisfecho con el pago hecho por Cristo, muriendo en nuestro lugar, le resucitó de los muertos y le dio gloria (1 Pedro 1:21) El mensaje del evangelio de salvación se funda sobre estos dos hechos, para que todo aquel que cree, no se pierda, más tenga vida eterna. (Juan 3:16)
Pensamientos para reflexionar