LOS DOS LOBOS

“Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden” (Romanos 8:7)

“Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne. Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis. (Gálatas 5:16.17)


Cuenta una leyenda cherokee, que un anciano le contaba sus emociones a sus nietos, a través de historias, para que ellos aprendieran a conocerse y a superarse.

Una vez les dijo que estaba nervioso y se sentía mal. Sintiendo como dos lobos luchaban en su interior. Uno de los lobos es malo, envidioso, violento, codicioso y no quiere volverse atrás. El otro es bueno, compasivo, manso, tranquilo…

-¡Uy abuelo! – Dijeron los niños. -y ¿quién ganará? –

El abuelo respondió: – Aquel a quien yo alimente. –

La moraleja era simple. Siempre iba a preponderar en el hombre la faceta que más se alimente.

Para nosotros los creyentes, este relato puede tomar aún más profundidad, recordándonos las dos naturalezas que hay en el creyente. La vieja naturaleza que es mala irremediablemente que envidia, codicia y no se sujeta a la ley de Dios, y la nueva, que es la naturaleza divina, la cual es buena y aborrece el mal.

Estas dos naturalezas siempre están en lucha. Por eso el creyente, no debe perder tiempo en cosas que alimentan su carne. Debe alimentar la nueva naturaleza. De lo contrario, vivirá mal. Se sentirá molesto, nervioso. No será firme en lo que propone (Santiago 1:8) y  perderá el gozo de su salvación (Salmo 51:12) Todo por haber contristado al Espíritu Santo en él, y cortado la comunión con Dios, dejando prevalecer al lobo malo en su ser.


Pensamientos para reflexionar

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