“Porque: Toda carne es como hierba, Y toda la gloria del hombre como flor de la hierba. La hierba se seca, y la flor se cae; Mas la palabra del Señor permanece para siempre. Y esta es la palabra que por el evangelio os ha sido anunciada” (1 Pedro 1:24,25)
Cuentan que un rey les pidió a sus sabios que le preparaban un mensaje de sabiduría para llevar guardado en su anillo, al cual pudiera recurrir cuando se encontrara triste o desesperado.
A ninguno de los sabios se le ocurrió algo conveniente, pero, un anciano que se encontraba en la corte, le dio al rey un pequeño papel para que lo colocase en el interior del anillo, con una frase donde encontraría sabiduría y consuelo.
Un día, el rey, sufrió una derrota, perdió su reino y estaba siendo perseguido por sus enemigos. Al encontrarse acorralado en su desesperación, abrió el anillo, y allí encontró escrito: Esto, también pasará…
Esas palabras lo hicieron pensar, y cuando prestó atención, no escuchó más a las tropas perseguidoras que se extraviaron y ese día, el rey salvó milagrosamente su vida.
Luego de eso, habiendo reorganizado su ejército, combatió y recuperó su reino. Y al regresar triunfante a su imperio, con la gente que lo vitoreaba, se encontró nuevamente con el anciano, quien le pidió que leyera el mensaje que tenía en el anillo.
¿Para qué? Dijo el rey, -Si hoy no estoy desesperado, sino gozoso- El anciano le aconsejó que lo leyera igualmente, y allí estaba escrito: Esto, también pasará.
Automáticamente, los festejos siguieron, pero el rey se mantuvo humilde, comprendiendo que tanto los momentos buenos como los malos son transitorios, y que finalmente, todo pasa.
Continúa en la parte II
Pensamientos para reflexionar