LO TORCIDO NO SE PUEDE ENDEREZAR

“¿Mudará el etíope su piel, y el leopardo sus manchas? Así también, ¿podréis vosotros hacer bien, estando habituados a hacer mal?” (Jeremías 13:23)

 “Lo torcido no se puede enderezar, y lo incompleto no puede contarse” (Eclesiastés 1:15)


Con frecuencia, quienes se encuentran lejos de Dios, sin haber reconocido a Cristo como su salvador, escuchan frases como: “Debes cambiar” “Pídele a Dios que te ayude a ser mejor” o cosas por el estilo. Que son y no son ciertas, dependiendo de lo queramos decir.

Debemos tener bien en claro que el hombre en sí, no puede cambiar por sí mismo. Ni Dios ayuda al hombre natural para que sea mejor, porque la naturaleza caída, pecaminosa, no tiene mejora.  La Palabra de Dios dice enfáticamente: “Lo torcido no se puede enderezar” (Eclesiastés 1:15) “Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden” (Romanos 8:7)

Obviamente, el hombre natural no quiere que Dios lo descarte como totalmente arruinado, quiere que Dios lo ayude para salir adelante, para cambiar, porque se resiste a reconocer su bancarrota total. Pero, si el hombre con ayuda podría cambiar totalmente, “entonces, por demás murió Cristo” (Gálatas 2:21)

Igualmente, algunos objetarán y dirán: Yo he visto gente que cambió y se enderezó

Y en un sentido, eso es cierto, sin que quite lo otro que venimos diciendo. Pues, cuando un pecador se convierte a Jesucristo, cambia, pero no porque mejora su naturaleza caída, sino porque nace de nuevo y recibe la naturaleza divina que se goza en el bien y repudia el pecado.


Pensamientos para reflexionar

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