
“Entonces Moisés juró diciendo: Ciertamente la tierra que holló tu pie será para ti, y para tus hijos en herencia perpetua, por cuanto cumpliste siguiendo a Jehová mi Dios” (Josué 14:9)
“Josué dijo: Yo os he entregado, como lo había dicho a Moisés, todo lugar que pisare la planta de vuestro pie” (Josué 1:3)
Los cananeos, iban a ser entregados en manos de los israelitas y ellos podrían poseer finalmente la tierra de la promesa. Pero debían entrar y pisarla, poseerla, por eso se les dijo: “Todo lugar que pisare la planta de vuestro pie será vuestro” (Deuteronomio 11:24)
Esto tiene muchas enseñanzas espirituales, por eso podemos pensar que para poseer las promesas de Dios y gozar de sus cumplimientos, debemos apropiarnos de ellas, creerlas, caminar por fe en ellas, y de esa manera veremos las maravillas de Dios.
Dios nos hizo grandísimas promesas, pero, en el sentido espiritual uno debe pisar en ellas. Los creyentes podemos desear muchas cosas que, aunque espirituales, nos serán dadas en la medida que nos apropiemos de ellas y no por un compromiso a futuro.
Algo similar sucede con las bendiciones que Dios nos da al confiarnos el privilegio de que lo sirvamos en las cosas santas. Muchos actúan imponiéndose al ver que se necesitan siervos en la viña del Señor, cuando notan espacios vacíos. Otros, esperan ser colocados en alguna tarea para recién tomar responsabilidades. Ninguna de estas dos maneras es correcta. Uno debe tomar primeramente un compromiso de corazón. Este compromiso, es el que nos llevará a obrar y no el lugar que ocupemos lo que nos hará tomar la responsabilidad. El Señor siempre quiere utilizarnos, pero, recordemos, nos dará todo lo que pisaré la planta nuestro pie.
Pensamientos para reflexionar