
Dijo el Señor: “¿Se olvidará la mujer de lo que dio a luz, para dejar de compadecerse del hijo de su vientre? Aunque olvide ella, yo nunca me olvidaré de ti” (Isaías 49:15)
Dios dice: “No te desampararé, ni te dejaré” (Hebreos 13:5)
Un hombre lloraba y decía. Lo he perdido todo… Un creyente se acercó y le dijo: Lamento mucho la pérdida de su esposa y sus hijos, así como que usted esté padeciendo un mal incurable. El hombre que lloraba reaccionó y le dijo: ¿Qué dice? Nada de eso me ha sucedido, yo solo acabo de perder gran parte de mi fortuna.
Pobre hombre, había perdido lo que llenaba su corazón y sentía como que lo había perdido todo.
Muchas veces las personas se expresan así, porque sienten que no tienen nada y se encuentran solos, cuando todavía tienen muchas cosas. Es verdad que las personas muchas veces pueden ausentarse o dejarnos solos. Repudiarnos, negar con nosotros todo tipo de relación y hasta privarnos de cosas que Dios en su amor nos permite, pero eso no es estar solos, ni haberlo perdido todo. A Pablo lo habían abandonado todos los que estaban en Asia y en su primera defensa no hubo ninguno que lo acompañara, pero no estuvo solo. El Señor estuvo a su lado y le dio fuerzas. (2 Timoteo 1:5 y 4:16,17)
El único que estuvo solo, que conoció el desamparo, fue nuestro Señor Jesucristo, y justamente, porque Dios mismo lo desamparó para ampararnos a nosotros.
Si sufres y te sientes solo, busca a Jesús, confía en él como tu salvador y verás como aferrado a tu salvador nunca más te sentirás solo.
Pensamientos para reflexionar