“Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos” (Mateo 18:20)
“Y (si) entra algún incrédulo o indocto, por todos es convencido, por todos es juzgado; lo oculto de su corazón se hace manifiesto; y así, postrándose sobre el rostro, adorará a Dios, declarando que verdaderamente Dios está entre vosotros” (1 Corintios 14: 24,25)
Muchos se sienten decepcionados y no quieren saber nada de Dios, porque se han sentido defraudados por la religión, o al menos por lo que ellos entienden por religión, porque no tuvieron respuesta a sus necesidades, o vieron cosas que no son justas en medio de un grupo de creyentes que profesan el cristianismo.
Para ellos ha sido un fiasco frecuentar ciertas reuniones y, por lo tanto, ahora se cierran a todo. Esto es lamentable y terrible, pues lamentablemente, el hombre a través de la historia, ha hecho cosas horribles en el nombre de Dios. Sin embargo, eso no quita que Dios sea perfecto y que busque a los hombres y desee juntarlos alrededor de su Hijo, en el cual no encontrarán jamás decepción alguna.
Los cristianos han fallado y fallan. Cristo no falla. Por eso, la Biblia que es la Palabra de Dios, dirigida al hombre, no le presenta al hombre una religión, ni dentro de una religión una tal o cual denominación, sino a Cristo. Y el Espíritu Santo que obra para vincular al hombre con Cristo, lo llevará a congregarse, allí donde la presencia de Cristo sea una realidad, y no solo una pretensión (Mateo 18:20)
Allí donde el Señor reúne a los suyos, no habrá pompa ni grandezas humanas, ni títulos halagadores, ni gloria para los siervos, sino que la gloria será para Dios.
Continúa en la parte (2)
Pensamientos para reflexionar