“Porque yo sé que después de mi partida entrarán en medio de vosotros lobos rapaces, que no perdonarán al rebaño” (Hechos 20:29)
“Cuya boca habla cosas infladas, adulando a las personas para sacar provecho” (Judas 1:16)
“Hombres corruptos de entendimiento y privados de la verdad, que toman la piedad como fuente de ganancia” (1 Timoteo 6:5)
La Biblia relata que cuando se predicaba el evangelio y se enseñaba la Palabra, las oyentes no imponían sus condiciones, sino simplemente se quebrantaban delante de Dios, se convertían y cambiaban.
Cuando se predicó la Palabra del Señor en Éfeso, muchos creyeron y venían y confesaban sus hechos y muchos, de los que habían practicado la magia trajeron sus libros y los quemaron. (Hechos 19: 17-20)
Evidentemente, el nombre del Señor era magnificado. A las personas se les presentaba la Palabra y cambiaban. Hoy, cuando a las personas se les presenta la Palabra, cambian de congregación, buscando algún lugar donde puedan ser aceptados o reconocidos como creyentes, pero sin dejar sus pecados.
Esto no es un simple sarcasmo, es una cruel realidad. Que las personas sin Cristo, busquen agrandar la entrada, porque la puerta les parece demasiada estrecha. y digan que prefieren el camino ancho, es algo normal y no debe asombrarnos. Lo que asombra es que supuestos creyentes se presten a decirle a los que están perdidos y a los creyentes carnales, lo que ellos quieren oír, porque eso es algo inaceptable que muestra lo que está escrito: “que por avaricia harán mercadería de vosotros con palabras fingidas” (2 Pedro 2:3)
¡Cuidado! Sobre esas personas y sobre esos lugares que dicen ser testimonios de la “iglesia” de Jesucristo, pero obran en completa desobediencia, simplemente por sacar provecho, la condenación no se tarda.
Pensamientos para reflexionar