Él mira sobre los hombres; y al que dijere: Pequé, y pervertí lo recto, Y no me ha aprovechado, Dios redimirá su alma para que no pase al sepulcro, y su vida se verá en luz. (Job 33:27,28)
“Mas yo haré venir sanidad para ti, y sanaré tus heridas, dice Jehová” (Jeremías 30:17)
Cuando una herida se infecta, hay que levantar esa costra que se fue formando y limpiar todo hasta hacerla sangrar. Luego desinfectarla y vendarla bien para que no se infecte nuevamente y se cure. Algo similar sucede en lo espiritual.
Las personas generalmente están muy golpeadas por la vida. Esas heridas causadas por el pecado deben curarse y cerrar definitivamente. A veces, son heridas tan dolorosas que muchos no quieren ni siquiera pensar en ellas y evitan que se las mencionen. Sin embargo, allí están. Existen y no se puede avanzar sin curarlas porque siempre vuelven como fantasmas. La solución no está en pensar y decir que nadie se meta en mi vida ni en lo que me pasó, para evitar remover esas cosas. Sino en volcar todo eso delante de Dios, en confesión, reconocimiento y arrepentimiento. Abrir esas heridas para que salga todo lo malo de adentro, y hasta que sangre. Llorando todo lo que se tenga que llorar. Después, el Señor lo curará completamente.
Hay alguien a quien contárselo todo, y ese alguien es Cristo. Él sabe todas las cosas, pero espera que nosotros reconozcamos nuestros errores y los confesemos arrepentidos. Y tengamos la certeza que todo aquel que diga: Esto me pasa por haber pecado. Por no haber tenido en cuenta a Dios. Por haberlo ignorado para seguir adelante. y pida perdón, recibiendo a Cristo como Salvador, sanará para siempre.
Pensamientos para reflexionar