¡Cómo se ha ennegrecido el oro! ¡Cómo el buen oro ha perdido su brillo! Las piedras del santuario están esparcidas por las encrucijadas de todas las calles. Los hijos de Sion, preciados y estimados más que el oro puro, ¡Cómo son tenidos por vasijas de barro, obra de manos de alfarero!” (Lamentaciones 4:1,2)
El profeta, al ver la obra del enemigo, sufre y derrama su corazón. La ciudad, el templo, todo devastado…
Hay situaciones que tienen cierta similitud con lo que vivimos en nuestro tiempo, aunque obviamente son muy distintas.
¡Cómo se ha ennegrecido el oro, cómo ha perdido su brillo!, dice el profeta, y así podemos decir nosotros también cuando vemos al testimonio cristiano en la actualidad tan mundanizado. Cuando vemos como lo que antes era puro, pierde su brillo al ser tomado como fuente de ganancias (1 Timoteo 6:5). (El oro, en las Escrituras, representa lo que es divino)
También así sufrimos, viendo las piedras del santuario esparcidas por las calles… Pues es realmente triste ver a los cristianos divididos, ocupados en defender la división con la que se identifican debido a su interpretación privada de las Escrituras, en lugar de testificar que somos uno en Cristo Jesús (Gálatas 3:28)
Como igualmente sentimos dolor, viendo a los hijos de Sion sin estimación alguna. Los que antiguamente eran bien apreciados y reconocidos por su testimonio, ahora son vistos como vasijas de barro, mostrando cada vez más su lado terrenal.
A pesar de todo esto, el Señor nos llama a glorificar su nombre, y solo podremos hacerlo, volviendo a lo que era desde el principio, obedeciendo a la Palabra y siguiendo el camino con los que de corazón limpio invocan al Señor (2 Timoteo 2:22)
Pensamientos para reflexionar