“Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven” (Apocalipsis 22:17)
Desde siempre, Satanás, ha querido quitar del corazón de los creyentes, la influencia bienhechora de la esperanza de la venida del Señor. Pues, quien no espera al Señor, se desliza, no anuncia el evangelio, no vela…
La esperanza del cristiano, no es la muerte. La esperanza del cristiano, es la venida del Señor.
Con la muerte, somos desnudados, en cambio cuando el Señor nos lleve a los cielos, seremos revestidos, hechos conformes a su imagen e introducidos en su gloria (2 Corintios 5:4)
Los que esperan al Señor y aman su venida, recibirán una corona de justicia. (2 Timoteo 4.8)
Si Satanás hace que olvidemos esa venida, nos hará perder ese galardón prometido.
Si olvidamos que pronto viene nuestro Señor, nuestra vida espiritual se estancará y tomará un carácter cada vez más terrenal y mundano.
Los Santos del Antiguo Testamento, se caracterizaban por la tienda y el altar. Elementos que los presentaban como peregrinos y adoradores, de paso por esta tierra, esperando una patria mejor. (Hebreos 11:13-16)
El Señor dijo que hay quienes con un corazón malo, dicen: Mi Señor tarda en venir… por lo tanto comienzan a vivir disipadamente, embriagándose con las cosas de este mundo y tratando mal a sus semejantes. (Lucas 12:45)
Esperar al Señor Jesús de los cielos, es la actitud lógica y natural de los convertidos (1 Tesalonicenses 1:10)
Pensamientos para reflexionar