“Y dijo la mujer: La serpiente me engañó, y comí. Y Jehová Dios dijo a la serpiente: Por cuanto esto hiciste, maldita serás entre todas las bestias y entre todos los animales del campo; sobre tu pecho andarás, y polvo comerás todos los días de tu vida. Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar” (Génesis 3:13-15)
En Génesis 3:15 tenemos el primer anticipo del evangelio. Dios anticipa la hostilidad que habría de allí en más en la tierra con la simiente de la serpiente y la simiente de la mujer, que es sin lugar a dudas una mención referente al Mesías que nacería de una virgen. (Isaías 7:14)
Al hablarnos de la simiente de la serpiente y la simiente de la mujer, se nos anticipa la enemistad de Satanás contra la raza humana. Se nos da a entender que la semilla del pecado en el mundo, daría su fruto en hombres que se opondrían a Dios y se levantarían con Cristo. Los hijos del diablo. Los que procuraron desde el principio darle muerte al Señor. (Juan 8:44) Pero, también, mencionando a la simiente de la mujer se describe a Cristo, pues, esa expresión le cave solamente a él.
La mujer no tiene simiente en sí misma. El hombre aporta la simiente que se desarrolla en la mujer. Pero en Cristo es distinto. Él nacería de una virgen, sin intervención humana. El Espíritu Santo vendría y la cubriría con su sombra (Lucas 1:35) Por eso es Cristo la simiente de la mujer, Quien sería herido por la serpiente, Satanás, pero que vencería a la serpiente aplastándole la cabeza, que es la forma de terminar con una serpiente efectivamente, y que es lo que hizo en la cruz. (Colosenses 2:15)
Pensamientos para reflexionar