Vosotros sabéis cómo me he comportado entre vosotros todo el tiempo, desde el primer día que entré en Asia…testificando a judíos y a gentiles acerca del arrepentimiento para con Dios, y de la fe en nuestro Señor Jesucristo. (Hechos 20:18 y 21)
Jesús:” A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron. Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios” (Juan 1:11,12)
Una persona para ser salva necesita creer en el Señor Jesús como su salvador personal. Ese creer, lógicamente, es mucho más profundo que un simple asentimiento mental acerca de lo que se nos ha dicho sobre Cristo y su obra.
Cuando a una persona se le habla de Dios, es necesario no solo que crea en la existencia de Dios, sino que también crea en lo que él le dice. Eso es más que creer en Dios, es creerle a Dios.
Cuando alguien le cree a Dios, acepta su testimonio (Juan 3:33) Reconoce entonces ser un pecador y acepta lo que Dios dice acerca de los pecadores. En ese momento, se siente perdido. En ese estado de convencimiento, ve las cosas de una manera completamente distinta a como las veía y entonces procede al arrepentimiento.
A ese estado espiritual, las personas llegan por un trabajo de Dios en ellos, mediante la Palabra y la acción del Espíritu. Y allí, se les presenta Cristo y su obra, para que lo reciban como salvador.
Muchos, dicen ser de Cristo, pero no se ve en ellos la vida divina, porque dicen haber recibido a Cristo, pero nunca se reconocieron pecadores ni se arrepintieron.
Como también hay otros que se reconocen pecadores, pero se quedan allí, sin pasar la puerta de la salvación. No reciben a Cristo como salvador, porque no confían en él.
Pensamientos para reflexionar