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“Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe” (Efesios 2:8)
“Pero al que obra, no se le cuenta el salario como gracia, sino como deuda; mas al que no obra, sino cree en aquel que justifica al impío, su fe le es contada por justicia” (Romanos 4:4,5)
Un joven pensaba que como Dios es amor, y como en su amor proveyó la salvación para todos los hombres sin excepción (Juan 3:16) Finalmente, sabrá sopesar las obras y la conducta de cada persona para que no se pierdan. En sus razonamientos decía: No digo todos los hombres. Los hombres malos que hacen malas cosas no. Pero las consideradas buenas personas, serán quizás salvas por la compasión de Dios que no dejará que se pierdan con la “gente mala”.
Esto era lo que pensaba hasta que un simple incidente le hizo comprender la verdad. En su trabajo, le entregaron un cheque que tenía que pasar a cobrar al banco. Rápidamente fue al banco y entregó el cheque en la caja, pero se lo devolvieron. – ¿Qué sucede? – Preguntó sorprendido. El cajero le explicó que, para recibir el dinero, era necesario que endosara ese cheque, colocando su firma en el dorso.
El joven entonces le preguntó al cajero, – ¿y si no lo firmo? -, -y, si no lo firma, no puede cobrarlo-, contestó el cajero.
Allí comprendió que, si bien la salvación es ofrecida a todos los hombres, solo son salvos aquellos que se apropian de esa salvación por fe. (Efesios 2:8) Porque, aunque la salvación está disponible para todos los que acudan a Cristo, esa fe, es como la firma para poderla obtener.
Pensamientos para reflexionar
