“Aumentará Jehová bendición sobre vosotros; Sobre vosotros y sobre vuestros hijos” (Salmo 115:14)
“Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo… Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare” (Hechos 2:21 y 31)
La Biblia enseña que luego del arrebatamiento de la iglesia, la tierra no quedará sin niños. Los niños de los creyentes irán al cielo con sus padres, a no ser aquellos que ya tengan una responsabilidad determinada por Dios, y rehúsen creer de una manera consciente. Los niños de los incrédulos que no conozcan a Cristo quedarán en la tierra. Por eso es tan importante el trabajo evangelístico que se hace para con los niños. Porque todo niño que crea en el Señor, estará preparado para el arrebatamiento a pesar de que sus padres sean incrédulos declarados.
Algunos preguntan: ¿Entonces, si un niño recibe a Cristo a los cinco años, es ya un creyente nacido de nuevo?
A eso podemos decir que el nuevo nacimiento del cual habla la Biblia, es parte de la salvación que produce la acción del agua y el Espíritu, es decir el efecto de la Palabra y el Espíritu Santo. Un niño que no rechaza, sino que por el contrario acepta lo que se le dice del Salvador, con una fe de niño, es salvo. Sin embargo, luego, cuando crezca y comience a darse cuenta lo que realmente es su corazón y lo que es el pecado, debe ratificar lo que creyó, confirmando su fe ahora con otra comprensión. Entonces sí, verdaderamente, se produce en él el nuevo nacimiento, indispensable para entrar en el reino de Dios.
Pensamientos para reflexionar