LA REALIDAD DE LA FE EN LAS OBRAS (2)

“El que dice: Yo le conozco, y no guarda sus mandamientos, el tal es mentiroso, y la verdad no está en él…  El que dice que permanece en él, debe andar como él anduvo… El que dice que está en la luz, y aborrece a su hermano, está todavía en tinieblas…” (1 Juan 2:4,6 y 9)

“Porque como el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe sin obras está muerta” (Santiago 2:16)


La fe se manifiesta a través de las obras. Eso es un principio innegable. Lo que la persona es y profesa debe ponerse de manifiesto. “El que dice que permanece en él, (en Jesús), debe andar como él anduvo” (1 Juan 2:6) Esto nos habla profundamente al corazón, tanto para el testimonio en lo individual, como en lo colectivo.

Los creyentes sabemos que el Señor se hace presente en medio de aquellos “dos o tres congregados hacia su Nombre” (Mateo 18:20) Y “testificamos que ésta es la verdadera gracia de Dios, en la cual estamos” (1 Pedro 5:12) Pero no podemos olvidar que la gente dirá: “Muéstrame tu fe por tus obras”. Muéstrame que lo que predicas y dices, es una verdad tan grande en tu vida que lo tienes como preferente asunto de tu alegría (Salmo 137:6)

Las personas, cuando asisten a alguna reunión, desean ver que Dios está allí presente. Y según las Escrituras, eso se logra, cuando ven entre los que se congregan, una manifestación de Cristo que los convence que verdaderamente es así. (1 Corintios 14:24,25)

El testimonio colectivo es muy importante.  Allí donde se dice estar congregados en torno al Señor, debe manifestarse el amor de Cristo y su santidad. Y no en lo que a nosotros nos parece santidad y amor, sino de hecho y en verdad, tal como lo enseñan las Escrituras. (1 Juan 3:18)


Pensamientos para reflexionar

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