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“¡Cuán dulces son a mi paladar tus palabras! Más que la miel a mi boca” (Salmo 119:103)
“Los mandamientos de Jehová son rectos, que alegran el corazón; El precepto de Jehová es puro, que alumbra los ojos… Deseables son más que el oro… Y dulces más que miel, y que la que destila del panal” (Salmo 19:8 y 10)
“¿Hallaste miel? Come lo que te basta, No sea que hastiado de ella la vomites… Comer mucha miel no es bueno, Ni el buscar la propia gloria es gloria” (Proverbios 25:16 y 27)
Todos sabemos que la miel, muchas veces es una figura de la misma Palabra de Dios, entonces cabe la pregunta: ¿Puede un creyente hastiarse de la Palabra?
Debemos tener en cuenta que la miel, no solo nos habla de la Palabra en sí misma, sino del ministerio de la Palabra, el cual encontramos en escritos, devocionales etc. que nos ayudan a comprender el pensamiento de Dios. Estos, aunque muy útiles y necesarios, deben ser tomados discretamente.
Leer la Biblia siempre hace bien, y por mucho que leamos siempre quedará en nosotros la porción que necesitamos bendiciéndonos. Sin embargo, las lecturas adicionales, los devocionales, etc. tienen una medida. Por lo general, nadie puede leer 15 devocionales por día de una manera correcta, escudriñando las Escrituras y los temas bíblicos acerca de los cuales ellos nos hablan. Este tipo de lecturas, tienen enseñanzas, pensamientos para que reflexionemos, detalles interpretativos, etc. pero necesitamos, continuamente ir a las Escrituras. Quien se alimenta solamente leyendo devocionales, generalmente, come más de lo que puede asimilar, y eso es como quien come hasta vomitar y no le aprovecha.
La manera de aprovechar los devocionales, es, tomándonos el tiempo de leerlos y comprenderlos, cotejando en la Biblia lo que ellos nos dicen, y siguiendo el tema o el pensamiento a lo largo de las Escrituras. Eso, difícilmente lo podremos hacer si tomamos más de lo que podemos asimilar.
Pensamientos para reflexionar
