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“Dejaos del hombre, cuyo aliento está en su nariz” (Isaías 2:22)
“Así ha dicho Jehová: Maldito el varón que confía en el hombre, y pone carne por su brazo, y su corazón se aparta de Jehová” (Jeremías 17:5)
El hombre, es un ser religioso por naturaleza y bajo la influencia del pecado, tiende a darle la gloria al hombre en lugar de a Dios.
Así sucedió con Herodes “Un día señalado, Herodes… se sentó en el tribunal y les arengó. Y el pueblo aclamaba gritando: ¡Voz de Dios, y no de hombre! Al momento un ángel del Señor le hirió, por cuanto no dio la gloria a Dios; y expiró comido de gusanos” (Hechos 12:21-23)
Dios que dijo: “No daré mi gloria a otro” (Isaías 42:8) Juzgó la locura de Herodes y de los que lo exaltaban, y expiró comido de gusanos. Así también, pronto juzgará Dios la locura del hombre que entroniza a lo humano.
Es sorprendente ver como los hombres idolatran a pobres seres mortales: Deportistas, músicos, políticos … y se identifican con ellos tomándolos por guías para sus vidas; pero cuando Dios les habló con voz de hombre por medio de Jesucristo, no encontraron parecer en él ni hermosura (Isaías 53:2)
Cabe entonces preguntarnos: ¿Qué queremos escuchar? ¿La voz del hombre o la de Dios? ¿Guiarnos por el parecer de los hombres, sus ideas, etc. o, por lo que dice Dios en su Palabra?
La respuesta es sencilla: “No a nosotros, oh Jehová, no a nosotros, Sino a tu nombre da gloria” (Salmos 115:1) “Antes bien sea Dios veraz, y todo hombre mentiroso” (Romanos 3:4)
Pensamientos para reflexionar
