“Porque, así como el cuerpo es uno, y tiene muchos miembros, pero todos los miembros del cuerpo, siendo muchos, son un solo cuerpo, así también Cristo. Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo, sean judíos o griegos, sean esclavos o libres; y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu… Vosotros, pues, sois el cuerpo de Cristo, y miembros cada uno en particular” (1 Corintios 12:12,13 y 27)
Cuando alguien recibe a Cristo como su Salvador personal, pasa de la muerte a la vida, es salvo y forma parte del cuerpo de Cristo que es la Iglesia. En este tiempo, todos los creyentes renacidos forman para de una sola y única Iglesia, que es la Iglesia de Cristo. En otros tiempos los creyentes formaban parte de otros grupos, Hubo creyentes entre las naciones, hubo creyentes dentro del pueblo de Israel, pero hoy, el que cree, es bautizado en un cuerpo, el Cuerpo de Cristo que es la Iglesia. (1 Corintios 12:13)
Obviamente, no todos los hijos de Dios pueden congregarse físicamente en el mismo lugar, pero eso no quita que sigan siendo miembros del mismo cuerpo. La única membresía reconocida en la Biblia, es la de miembros del Cuerpo de Cristo. Cada asamblea o iglesia local, es un testimonio de lo que es la sola y única Iglesia de Jesucristo y debe manejarse como tal, obedeciendo las instrucciones de Dios para la Iglesia. Siendo “solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz” (Efesios 4:3) Esto nos recuerda que, para juntarnos en uno, el Señor tuvo que dar su vida (Juan 11:52) El Espíritu Santo efectuó esa unidad bautizándonos (sumergiéndonos) en un cuerpo, y el testimonio de esa realidad lo debemos mantener con toda solicitud, reuniéndonos solamente hacia el Nombre del Señor y no dividiéndonos.
Continúa en la parte (2)
Pensamientos para reflexionar