“Buscad al Señor mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cercano.
Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase al Señor, el cual tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar” (Isaías 55:6,7)
“Invócame en el día de la angustia; Te libraré, y tú me honrarás” (Salmo 50:15)
Hay una historia que cuenta acerca de un padre rico, que tenía un hijo libertino e irresponsable.
El padre, próximo a su muerte, lo llamó al establo, y le mostró una horca que había hecho, diciéndole estas palabras:
-Hijo mío, yo pronto partiré. Tú eres mi heredero, y sé que después de mi partida, dilapidarás los bienes en fiestas y diversiones como lo has hecho siempre. Si esto llegará a pasar y te sintieras desesperado, prométeme, que no atentarás contra tu vida en otro lugar que no sea en este establo, sobre la horca que te preparé.-
El hijo, aunque sorprendido, se lo prometió.
El padre murió y el joven efectivamente lo malgastó todo. Desesperado quiso terminar con su vida. Recordó la promesa hecha, fue hasta el establo, subió los escalones, se colocó la soga al cuello, y llorando por todo lo mal que había hecho en su vida, saltó al vacío…
La viga de la horca cedió, y desde arriba cayó un cofre de monedas de oro, con una nota que decía: -Hijo mío, Dios te da una nueva oportunidad. No la desaproveches-
Esto nos hace pensar en la gracia de Dios que se extiende en este momento a todos nosotros, diciéndonos que tenemos una nueva oportunidad en Cristo.
No todo está perdido, aún puedes cambiar tu vida. Recibe a Cristo como tu salvador.
¡No postergues esa decisión!
Pensamientos para reflexionar