
“Jehová, manantial de aguas vivas” (Jeremías 17:13)
“¡Cuán preciosa, oh Dios, es tu misericordia! Por eso los hijos de los hombres se amparan bajo la sombra de tus alas. Serán completamente saciados de la grosura de tu casa, Y tú los abrevarás del torrente de tus delicias. Porque contigo está el manantial de la vida” (Salmo 36:7-9)
Dios es la fuente de vida y de todas nuestras bendiciones. Él nos bendice para que seamos de bendición (Génesis 12:2) Pero debemos tener siempre presente que los que somos de Cristo somos canales únicamente, y él solamente es el manantial de donde todo fluye. Por eso, los hombres no deben poner los ojos sobre los hombres.
Como canales, por medio del Espíritu Santo que es el surtidor divino comunicante de lo que es de Dios a los hombres, podemos ser de gran bendición, en tanto y en cuanto no haya obstrucciones, cosas que se interpongan y que impidan la perfecta circulación.
El candelero de oro es una figura de Cristo, él era la única luz dentro del santuario, ya que luz natural no tenía. El candelero irradiaba luz por medio de sus siete lámparas <Figura de la plenitud de sus canales> Este tenía sus despabiladeras de oro, que eran elementos para cuidar que no se taparan las lámparas para que siempre irradiaran luz (Éxodo 27:33)
El manantial es Dios, la fuente de donde sale todo, al cual el hombre abandonó para beber de sus propias cisternas, las cuales nunca pudieron saciar su sed. (Véase Jeremías 2:13) Pero, a pesar de todo, Dios envió a su Hijo desde los cielos, el cual aún dice: “Al que tuviere sed, yo le daré gratuitamente de la fuente del agua de la vida” (Apocalipsis 21:6)
Pensamientos para reflexionar