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Harás también una fuente de bronce, con su base de bronce, para lavar; y la colocarás entre el tabernáculo de reunión y el altar, y pondrás en ella agua. Y de ella se lavarán Aarón y sus hijos las manos y los pies. Cuando entren en el tabernáculo de reunión, se lavarán con agua” (Éxodo 30:18-20)
“Hizo la fuente de bronce y su base de bronce, de los espejos de las mujeres que velaban a la puerta del tabernáculo de reunión” (Éxodo 38:8)
Los espejos que menciona la Biblia, no eran como los de ahora de cristal plateado, sino que eran de latón pulido o bronce, trabajados para que reflejaran la imagen. En tiempos de Moisés, las mujeres habían donado sus espejos, los cuales fueron batidos para confeccionar la fuente de bronce que, era la fuente donde los sacerdotes debían lavarse antes de entrar en la presencia de Dios.
En esa fuente tenemos una hermosa enseñanza espiritual. Al ser una fuente con agua, nos habla figurativamente del agua de la Palabra (Juan 15:3 – Efesios 5:26) Al haberse batido los espejos de las mujeres para hacer la fuente, nos habla del poder que tiene la Palabra para hacernos ver todas las cosas. (Santiago 1:23) Y al ser de bronce, metal que nos habla de la justicia de Dios en juicio, nos enseña que debemos juzgarnos según el pensamiento de Dios para poder estar en su presencia gozando su comunión. (Juan 13:8 y 1 Corintios 11:28 y 31)
Los creyentes deben participar de la Cena del Señor, habiéndose juzgado y confesado sus faltas previamente. La enseñanza es precisa. La fuente estaba en el atrio, no en el lugar Santo. Eso nos enseña que no es el momento de la adoración, en el cual alguien tiene que pedirle al Señor que perdone nuestros pecados y nuestras flaquezas, etc. Porque esto se debería haber hecho antes de ingresar.
Pensamientos para reflexionar
