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“Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas. Mas el asalariado, y que no es el pastor, de quien no son propias las ovejas, ve venir al lobo y deja las ovejas y huye … Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano” (Juan 10:11,12 y 27,28)
Un creyente que paseaba por los campos suizos, vio un hermoso rebaño de ovejas marchando con su pastor. Entre las ovejas, había una ovejita con una pata entablillada, al lado de su pastor. El creyente se acercó al pastor y le preguntó que le había pasado a la oveja. La repuesta lo sorprendió: El pastor le dijo: -Está quebrada, yo mismo tuve que quebrarle una pata… –
-¿Usted le quebró una pata? Preguntó sorprendido. – ¡Pobre animalito!, ¿no le dio lástima? –
– Claro que me dio lástima, dijo el pastor, pero esta oveja es la más rebelde y desobediente. La que siempre se escapa curiosa atraída por cosas que son peligrosas. Es la que siempre pone en riesgo su vida e incentiva a las otras a que la sigan al mal. Por eso, me vi obligado a limitarla en su andar. De esta manera ella ahora se mantiene cerca y pronto cuando esté bien, será una oveja modelo que caminará siempre a mi lado. –
Esto dejó en el creyente una gran enseñanza en lo espiritual. El Señor como nuestro Pastor, también muchas veces se ve obligado a limitarnos en nuestro andar cuando no sabemos obedecerle y queremos hacer nuestra voluntad en oposición a la suya. Sin embargo, eso no quita en nada su amor, sino que es una forma más de cuidarnos, y de enseñarnos a caminar a su lado.
Pensamientos para reflexionar
