LA DIETA LEVÍTICA (Parte I)

Leer Levítico 11:1-23

“Pues para esto fuisteis llamados; porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas” (1 Pedro 2:21)

“El que dice que permanece en él, debe andar como él anduvo” (1 Juan 2:6)


La Biblia habla de los animales que los hijos de Israel podían comer según la ley, dejándonos a través de esas prescripciones una enseñanza espiritual y alegórica muy interesante.

Los animales que estaban permitidos, tenían que tener ciertas características que en lo espiritual dicen mucho. Por ejemplo: De los animales sobre la tierra, se podían comer aquellos que tenían pezuña hendida y rumiaban (Levítico 11:3)

La pezuña hendida caracterizaba al animal puro y dejaba una huella visible que habla de pureza en su andar, como la que deja todo hijo de Dios por donde pasa, de tal manera que la gente puede decir: “Se nota que es un cristiano…”   Sin embargo, no es solamente la huella, lo que lo caracteriza, sino que cuando al cristiano se lo observa en la intimidad, manifiesta algo desde el interior, se nota que rumia. Rumiar es volver a masticar lo comido, lo cual otorga un mejor provecho. Esto es lo que espiritualmente hace un creyente cuando vuelve a meditar las cosas leídas, o lo que escucha en cada reunión y que lo lleva a caminar de una manera distinta al resto.

Una sola de esas características no alcanzaba. El cerdo tiene la pezuña hendida, pero no rumia, por eso era considerado inmundo, y es una figura bíblica del religioso. Parece puro, pero si se lo observa en la intimidad, se nota que falta la realidad interior.


Pensamientos para reflexionar

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