“La ley de Jehová es perfecta, que convierte el alma; El testimonio de Jehová es fiel, que hace sabio al sencillo” (Salmo 19:7)
“Así ha dicho Jehová: Por tres pecados… y por el cuarto, no revocaré su castigo; porque menospreciaron la ley de Jehová, y no guardaron sus ordenanzas, y les hicieron errar sus mentiras, en pos de las cuales anduvieron…” (Amós 4:4)
“Toda Escritura es inspirada por Dios” (2 Timoteo 3:16) Dios se ocupó de inspirar a los santos hombres de Dios (2 Pedro 1:21) y de custodiar sus mentes, para que escribieran lo que él mismo les encomendó.
Esa Palabra que es la que Dios utiliza para la salvación de las personas (Juan 3:5) y para que por ella crezcamos (1 Pedro 2:2) Es inerrante, es decir: Está exenta de errores. Todo cristiano renacido, debe creer que la Biblia es la Palabra inerrante de Dios. Obviamente, no son inerrantes las traducciones en todas sus expresiones, sino la Palabra de Dios en sí, de donde se traducen y se forman las diferentes versiones. Pero ¡Cuidado! La Biblia es la Palabra de Dios y las diversas traducciones nos ayudan a esclarecer el pensamiento de Dios para poder interpretarlo adecuadamente, ya que la mayoría no conocemos las lenguas originales (hebreo, griego, arameo) ni disponemos de los originales para poder leerlos directamente.
Muchos, cuando no están de acuerdo con lo que dice la Biblia, argumentan que no se puede ser dogmático en ciertas cuestiones porque la Biblia ha sido manoseada por los hombres. Esto es el gran engaño de Satanás en el que caen las almas rebeldes a la Palabra.
Dios se ocupó de guardar su Palabra en fidelidad para nosotros, y por ella nos conduce y nos habla. Debemos por lo tanto escudriñar las Sagradas Escrituras.
Pensamientos para reflexionar