Todo cristiano debe pasar por diversas pruebas, y afrontar diferentes luchas, ya que es tentado de varias maneras. Es tentado desde su interior, por la carne que mora en él, “la cual no se sujeta a la ley de Dios, ni tampoco puede” (Romanos 8:7) Tentado desde el exterior, por el mundo y las cosas que están en el mundo, las cuales debe desechar (1 Juan 2:15) Y, tentado desde lo inferior, es decir de los sitios infernales, por el mismo satanás y sus ángeles.
La epístola a los Efesios nos enseña el bendito llamado celestial del cristiano y su herencia en la gloria. Su posición en Cristo, el misterio de la Iglesia y las consecuencias prácticas que deben verse reflejadas luego en el andar, en el ministerio y en el testimonio de los que son de Cristo. Es allí, justamente, donde comienza la lucha.
Satanás, siempre se opondrá a que los cristianos vivan su posición celestial de manera espiritual, tal como son llamados. Satanás quiere que los cristianos sean mundanos, terrenales, carnales, iguales a las personas del mundo que están perdidas, para que no haya un testimonio claro de la obra de Dios y la verdad en nosotros. Por ese motivo, es que al finalizar esta epístola, Dios nos muestra los elementos de una armadura, que pone a nuestra disposición para un combate espiritual, que es mucho más fuerte que las continuas batallas contra todas las clases de tentaciones que podríamos encontrar a diario.
Satanás y sus huestes espirituales de maldad, no se preocupan en molestar demasiado a los cristianos que viven mundanamente. El centra sus fuerzas, sobre todo lo que guarda la verdad en lo íntimo. (Salmo 51:6) Sobre lo que es genuino y brinda un testimonio verdadero.
Cuando el cristiano, despierta a la realidad de la maravillosa posición celestial en la que fue colocado, y obra en consecuencia; dando un buen testimonio de Jesucristo, comienzan las luchas. Encuentra oposición y justamente, no de personas, ni de cosas, aunque, éstas, sean utilizadas, sino, de parte de Satanás y sus ejércitos “Porque no tenemos lucha contra sangre y carne sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes” (Efesios 6:12)
Para librar esta batalla, no bastan las fuerzas que podamos tener en nosotros mismos, los años ni la experiencia cristiana. Estamos llamados a fortalecernos en el Señor y en el poder de su fuerza. Esto es algo muy alentador, pues nos enseña, donde se encuentra la fuerza verdadera, que no cambia y siempre está disponible “para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes” (Efesios 6:13)
El Señor nos advierte sobre la lucha que tarde o temprano experimentaremos, y nos conduce a no confiar en nosotros mismos, sino a tomar fuerzas en él. También nos da la descripción de las piezas de una armadura divina, con la cual debemos cubrirnos completamente. Esta armadura, consta de seis piezas, y termina con la mención de la oración que podríamos decir, es la séptima, completando de esa manera, la plenitud para nuestra seguridad.
Cuando el apóstol Pablo, le escribió a los efesios, estaba preso en Roma, y muy seguramente tenía frente suyo a soldados bien equipados, de lo cual se valió el Espíritu Santo, para hacerle relacionar cada pieza de la armadura con su correspondiente aplicación espiritual.
Es destacable que por dos veces la Palabra recomienda tomar TODA LA ARMADURA DE DIOS. (Efesios 6:11 y 13) Es decir, sin descuidar ninguna de sus partes, fundamentales para el enfrentamiento con el enemigo; especialmente cuando estemos atravesando “el día malo”.
Sus partes y aplicaciones espirituales, son las siguientes:
- “Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad” Aquí tenemos el cinto que sujeta nuestro ser interior. Para el servicio o la batalla, siempre hay que estar bien ceñido. Esto da movilidad y seguridad para no quedar expuesto ni dejar que en nosotros se vea “la carne”. Lo que debe sujetarnos espiritualmente es la verdad, lo cual nos habla de la Palabra de Dios. Dijo Jesús: “tu palabra es verdad” (Juan 17:17) y esto mantiene sujeto pensamientos y sentimientos; los cuales pueden darle un gran lugar al enemigo que asecha. Las asechanzas del diablo que se mencionan en nuestro párrafo, son artificios que él utiliza; trampas y engaños muy efectivos si uno no está totalmente sujetado con la verdad. Muchas veces, el enemigo ganó ventajas y nos hizo caer de nuestra posición celestial, cuando alimentó en nosotros, sentimientos o pensamientos, bien apreciados a los ojos del mundo, pero que no se sujetaban a la verdad. Afectos que nos hicieron proceder mal ante la mirada de Dios. Debido a esto, es imprescindible que “llevemos cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo” (2 Corintios 2:5)
- 2) “Vestidos con la coraza de justicia” Si nuestro ser interior debe estar bien guardado en sujeción a la verdad, nuestro exterior debe estar bien protegido, y aquí está la pieza necesaria: La coraza de justicia. La justicia mencionada aquí, es la justicia práctica, la que ven todos en el cristiano, por su proceder justo en los detalles de la vida cotidiana. “Haced lo que es justo y recto… (Colosenses 4:1) Satanás encuentra un gran descubierto, cuando puede evidenciarnos como quienes no hemos obrado justamente. Esto que parece un detalle, si no se confiesa y corrige, será utilizado en nuestra contra y no podremos hacerle frente. “Dios es justo y recto” (Deuteronomio 32:4) y nosotros, debemos obrar de la misma manera, no importa la edad ni el tiempo de convertidos. Pues “Aun el muchacho es conocido por sus hechos, Si su conducta fuere limpia y recta” (Proverbios 20:11)
- 3) “Calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz” Aquí se nos presenta el calzado. El apresto es la preparación de lo necesario para alguna cosa. Los pies nos hablan de nuestro andar. Por lo tanto, estamos preparados para movernos en paz en medio de un mundo agitado. El evangelio que recibimos, nos ha brindado la paz con Dios, y gustando esa paz, tenemos paz en nosotros mismos y con los demás. Vanos son los esfuerzos de los hombres que rechazan el evangelio de la paz. Solamente, los cristianos gustan esta porción, y pueden, conscientes de eso, estar prestos para llevar el evangelio por doquier testificando de esa gracia sobre un camino de paz. Así, como el hijo pródigo, recibió el calzado para sus pies (Lucas 15:22) Los cristianos, tenemos este apresto para calzar nuestros pies, cuando vivimos conforme al evangelio que hemos recibido; por más que alrededor nuestro, no exista paz. Si Satanás ve falta de paz, atacará por allí.
- 4) “Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno” Sujetados por la Palabra, cubiertos por la coraza de una vida justa, caminando en paz, calzados por el evangelio, tendremos que cuidarnos igualmente de todo dardo de fuego que nos arroje el maligno. Para ello, se nos ha dado el escudo. Job, lo utilizó para apagar un dardo de fuego de la boca de su propia esposa, cuando le dijo: “Maldice a Dios y muérete” (Job 2:9) Toda situación en la cual nos veamos tentados a cuestionar a Dios. Toda palabra, pregunta o incitación a que dudemos de Dios; será un dardo de fuego que sólo el escudo la fe podrá dejar sin efecto. Si Dios permite en mi vida tal o cual cosa, él sabe. Él me dará lo mejor, su voluntad es santa y perfecta. La fe depositada en él, es un escudo perfecto.
- 5) “Y tomad el yelmo de la salvación” Aquí tenemos la protección de la salvación como un casco, en el yelmo de la salvación. Durante el combate el soldado no puede ni siquiera asomarse cuando está en la trinchera; solamente se atreve a hacerlo, si cuenta con este yelmo. El enemigo le disparará, pero, él, no temerá, sabe que es salvo, y, pase lo que pase, nada, ni nadie podrá separarlo del amor de Dios. No teme ni a la misma muerte porque está protegido, y no de morir, sino de la pérdida; porque el morir es ganancia. El yelmo le da la seguridad en la batalla.
- 6) “La espada del Espíritu, que es la palabra de Dios” Aquí tenemos el arma ofensiva, mejor para la defensa. Notemos que si bien se nos aclara que esta espada, es la Palabra de Dios, se nos dice también que es la espada del Espíritu. Nobasta con conocer y citar la Palabra. Si lo hacemos fuera de la dirección y asistencia del Espíritu Santo no podremos hacerle frente al enemigo con sus artificios. La espada es la Palabra, pero, usada en el poder del Espíritu, tal como la usó nuestro Señor en la tentación frente a Satanás. Bien aplicada y justamente utilizada para que toda boca se cierre.
- 7)“Orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu” Con esta pieza de la armadura: la oración, cierra todo perfectamente. Lo dicho anteriormente, no puede prescindir de la oración, donde el alma no sólo se vuelca en oración y súplica, sino que es la manifestación de dependencia mayor que nos garantiza el éxito en la vida cristiana. Uno debe orar constantemente y no sólo para pedir o, agradecer, sino para consultar hasta los detalles más simples de nuestra vida. Esto es el deseo de Dios, porque así fue como obró nuestro Señor Jesucristo, en una unidad perfecta con su Padre en todo. La oración en el Espíritu, no será jamás conducida por nuestros intereses muchas veces mezquinos, sino, para la gloria de Dios y en su voluntad; lo cual nos da la plena seguridad, que la respuesta de Dios, será siempre la que más necesitemos.
Hay una gran batalla espiritual que librar, porque Satanás y sus huestes intentan privarnos de las bendiciones celestiales que nos brinda Cristo. No le demos lugar. Fortalecidos en el Señor, tomemos toda la armadura de Dios y oremos en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu. Contra tales cosas, el enemigo no puede.
Lectura de la semana