“Os digo que así habrá más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos que no necesitan de arrepentimiento” (Lucas 15:7)
“Pero por tu dureza y por tu corazón no arrepentido, atesoras para ti mismo ira para el día de la ira y de la revelación del justo juicio de Dios” (Romanos 2:5)
En el versículo 15:7 del evangelio de Lucas, al hablar de justos que no se necesitaban de arrepentimiento, el Señor estaba hablando de aquellos que se creían justos, y que por lo tanto no sentían motivos de arrepentimiento. Es como el pasaje contado por el mismo (Lucas en el capítulo 18:9-11)
“A unos que confiaban en sí mismos como justos, y menospreciaban a los otros, dijo también esta parábola: “Dos hombres subieron al templo a orar: uno era fariseo, y el otro publicano. El fariseo, puesto en pie, oraba consigo mismo de esta manera: Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano”
Es a esta clase de personas que se refería el Señor, “justos” a sus ojos, pero no ante Dios, a los cuales les hizo ver el camino de Dios a través de la gracia y cómo, había mas gozo en el cielo, por un pecador despreciado sobre esta tierra que se arrepentía, que por noventa y nueve como ellos que pensaban que no necesitaban el arrepentimiento.
El arrepentimiento siempre es motivo de gozo para Dios. Él quiere que los pecadores procedan al arrepentimiento y que los salvos cada vez que pecan en algo, arrepentidos, confiesen su falta. No se puede vivir ofendiendo a Dios y no sentir arrepentimiento.
Arrepentirse y confesar el pecado ante Dios es el misterio de la comunión.
Pensamientos para reflexionar