JUAN EN LA ISLA DE PATMOS

“Las cosas que me han sucedido, han redundado más bien para el progreso del evangelio” (Filipenses 1:12)


La vida con el Señor es maravillosa. Juan se menciona como: “El discípulo a quien Jesús amaba” (Juan 21:7) y ese amor lo acompañó durante toda su vida.

Todos los discípulos del Señor sufrieron hostilidad y conocieron el martirio. La Biblia menciona la muerte de Esteban, de Jacobo (Hechos  7:59, 12:2) y la historia secular confirma el martirio de los apóstoles.  Juan, también conoció la oposición y la furia del enemigo, y siendo ya anciano fue exiliado en la isla de Patmos. “por causa de la palabra de Dios y el testimonio de Jesucristo” (Apocalipsis 1:9-10)

Satanás celebraba ese triunfo aparente, pero, el Señor se sirvió de aquella prisión,  para que su siervo, “quien estaba en el Espíritu” tuviera una antesala del cielo con la visión de la gloria.

Así actúa Dios también con nosotros. Cuando no estamos en la carne, sino en el Espíritu, en esa comunión sin barreras con él, todas las cosas nos son cambiadas en bendición.

El enemigo siempre tratará de afligirnos, pero, si durante la prueba, confiamos en que el Señor conoce lo que nos pasa, y tiene todo bajo su control, veremos cómo su paz inundará nuestro corazón, y como Juan lo experimentó, gustaremos algo del cielo y conoceremos al Señor de la gloria.

Podremos experimentar como Juan, que Satanás ha querido arruinarnos, pero que allí, recibimos la mayor revelación.


Pensamientos para reflexionar

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