JESÚS ES EL CAMINO Y LA PUERTA

“Correrán al bien del Señor, al pan, al vino, al aceite, y al ganado de las ovejas y de las vacas; y su alma será como huerto de riego, y nunca más tendrán dolor…

cambiaré su lloro en gozo, y los consolaré, y los alegraré de su dolor” (Jeremías 31:12,13)


“Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí (Juan 14:6) 

 “Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo” (Juan 10:9)

En Jesucristo, no solamente encontramos el camino, sino también la puerta de salvación. En él, siempre se encuentra una puerta para ingresar en las bendiciones del cielo, como así también una puerta para escapar de aquellas situaciones que nos podrían parecer sin la más mínima solución. “He puesto delante de ti una puerta abierta, la cual nadie puede cerrar” (Apocalipsis 3:8)

Cada vez que alguien siente un vacío existencial, una carga emocional que agobia su corazón debida a sus equivocaciones; soledad, angustia, desilusión, hastío… Dios lo conduce hacía Cristo para que encuentre en él la puerta de escape y obtenga la salvación eterna; pero, allí también aparece el diablo, abriendo un sin fin de puertas para que las personas no acudan a Cristo. Esas puertas son las juergas, las drogas, el alcohol y todo cuanto podamos imaginar. Escapes que toma el hombre que jamás lo sacarán de su situación, sino que por el contrario, luego lo harán sentir aún más miserable.  

Es en Cristo que se encuentra aún la puerta abierta hacia la plena felicidad.

“Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar” (Mateo 11:28)


Pensamientos para reflexionar

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