
“El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él” (Juan 3:36)
“Mirad que no desechéis al que habla. Porque si no escaparon aquellos que desecharon al que los amonestaba en la tierra, mucho menos nosotros, si desecháremos al que amonesta desde los cielos” (Hebreos 12:25)
Una madre sufría mucho al ver a su hija vivir disipadamente sin querer saber nada de Dios. Una noche, al ver que su hija no volvía a casa la fue a buscar al pueblo. La encontró comprando bebidas alcohólicas con otros jóvenes para salir de fiesta esa noche. Le pidió que volviese con ella a casa, pero la joven no quiso, diciéndole a su madre que la dejara vivir su vida. La madre le pidió que recapacitara, que ella estaría pidiéndole al Señor que la acompañara para guardarla. La joven le dijo que no había lugar para Jesús en su vida, que, si quería acompañarla, sólo tendría lugar en el maletero.
Horas más tarde la policía llamó a la madre de la joven. Unos jóvenes en auto habían chocado con otro vehículo, saliendo de su carril y se estrellaron contra un árbol. Los ocupantes del vehículo murieron en el acto. Al ir a ver el accidente, escuchó a los peritos sorprenderse, porque había algo extraño. El auto estaba destruido, pero en el maletero había bebidas y una caja con huevos, que habían permanecido intactos, sin sufrir daños.
Esta es una historia verídica. ¡Qué locura es desechar a Dios! La muerte puede ocurrir en cualquier momento. Toda persona debe estar preparada. Solamente con Cristo hay seguridad. En él tan solo hay salvación para el alma perdida y protección para todo cuanto suceda.
Pensamientos para reflexionar