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“Se acercaban a Jesús todos los publicanos y pecadores para oírle, y los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: Este a los pecadores recibe, y con ellos come” (Lucas 15:1,2)
“Si entresacares lo precioso de lo vil, serás como mi boca. Conviértanse ellos a ti, y tú no te conviertas a ellos” (Jeremías 15:9)
Al leer la Biblia, debemos ver bien de no malinterpretar las cosas buscando en ella el apoyo para poder obrar como nos parece de una manera justificada.
El Señor no salía por las tardes a sentarse en la silla de los escarnecedores, ni hacía causa común con ellos, deteniéndose a pasar el rato en las posadas y los bares. (Véase Salmo 1:1) Sino que, cuando se sentó con ellos, fue porque ellos se arrimaron buscándole, atraídos por las palabras de gracia que salían de su boca. Estuvo en medio de ellos como médico, para curarlos. Porque justamente, no había venido para llamar a quienes se consideraban justos, sino a los pecadores al arrepentimiento. (Lucas 5:31,32) Esto es muy distinto al sentir de muchos creyentes que toman estos pasajes para poder salir con sus antiguas amistades o ir a lugares donde no es conveniente que vaya un creyente, pues son lugares donde no quieren saber nada de Dios y están reunidos con otros propósitos. Tengamos cuidado hermanos. Siempre que estemos en lugares y con quienes no debemos estar, terminaremos negando nuestra fe, o el conocimiento que tenemos del Señor Jesús, sirviendo además de tropiezo para los otros creyentes. (Mateo 26:58 y 69,70)
El creyente es libre para poder ir donde sea, siempre y cuando pueda hacerlo con el Señor, conducido por él y donde pueda servirle. Así actuó siempre el Señor Jesús.
Pensamientos para reflexionar
