
“A estos doce envió Jesús, y les dio instrucciones, diciendo: Por camino de gentiles no vayáis, y en ciudad de samaritanos no entréis, sino id antes a las ovejas perdidas de la casa de Israel. Y yendo, predicad, diciendo: El reino de los cielos se ha acercado” (Mateo 10:5-7)
“Cuando Jesús terminó de dar instrucciones a sus doce discípulos, se fue de allí a enseñar y a predicar en las ciudades de ellos” (Mateo 11:1)
Para los creyentes, hay dos mandatos bien claros dados por el Señor: “Haced esto en memoria de mí” (1 Corintios 11:23,24) e: “Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura” (Marcos 16:15) Por eso los creyentes siempre se juntaron para hacer memoria del Señor y proclamar su muerte y se dispersaban para llevar el evangelio.
Algunos objetarán que uno puede evangelizar quedándose, en su casa, en su congregación, porque en su medio también se necesita que se anuncien las buenas nuevas de salvación. Sin embargo, el Señor dijo ID. Y esto implica salir.
Libertad para quedarse, encuentran quienes ejercitan otros dones. Por ejemplo, quien recibió del Señor el mandato de pastorear a los santos. Pero, para la extensión del reino es necesario salir.
Y todo aquel que sienta que el Señor lo envía, puede salir con toda confianza, sabiendo que los suyos no serán desatendidos, porque el Señor se ocupara de ellos.
Cuando el Señor mandó de dos en dos a sus discípulos para que predicaran a las ovejas perdidas de la casa de Israel que el reino de los cielos se había acercado, (Mateo 10: 5-7) Él mismo se fue a las ciudades de ellos. (Mateo 11:1)
Cuando él envía a sus siervos a algún lugar, nada queda desatendido, él mismo cuida y se ocupa de los nuestros. ¡Gloria al Señor por su amor!
Pensamientos para reflexionar