“Sólo hay un Dios, el Padre, del cual proceden todas las cosas, y nosotros somos para él; y un Señor, Jesucristo, por medio del cual son todas las cosas, y nosotros por medio de él. Pero no en todos hay este conocimiento; porque algunos, habituados hasta aquí a los ídolos, comen como sacrificado a ídolos…” (1 Corintios 8:6,7)
“Baste ya el tiempo pasado para haber hecho lo que agrada a los gentiles, andando en lascivias, concupiscencias, embriagueces… y abominables idolatrías.” (1 Pedro 4:3)
Los samaritanos eran considerados mestizos. Descendientes de Israel mezclados con los Asirios y otros pueblos de alrededor. Ellos pretendían ser considerados israelitas, y de allí uno de los principales motivos de la enemistad con los judíos. Los samaritanos adoraban a Jehová, pero seguían adorando a sus dioses que eran ídolos abominables. (Véase 2 Reyes 23: 9-34)
Hoy no tenemos los mismos ídolos, porque vivimos en una cultura diferente y en otro tiempo, pero además de cosas que pueden ocupar el lugar en nuestro corazón, y que Dios considera ídolos (Véase Colosenses 3:5), hay idolatría mediante imágenes, estatúas, ermitas y un sinfín de cosas que la gente venera y ante las cuales se inclina. Cuando una persona llega al conocimiento de la salvación, no puede seguir frecuentando esos lugares. La orden de Dios es: “Salid de ella, pueblo mío, para que no seáis partícipes de sus pecados” (Apocalipsis 18:4)
En contacto con la idolatría, participando de sus fiestas patronales, y sus homenajes… las personas son vistas ante Dios en comunión asociativa con todo lo que se hace en ese lugar, por eso no podemos participar de esas cosas, ni tampoco actuar como los Samaritanos. Orar a Dios pidiéndole algo en el Nombre de Jesucristo, pero también pedirles a los ídolos, a santos, e imágenes, o recurrir a curanderos etc.
La palabra de Dios es clara. “Hijitos, guardaos de los ídolos” (1 Juan 5:21)
Pensamientos para reflexionar