“Dijo el señor al siervo: Ve por los caminos y por los vallados, y fuérzalos a entrar, para que se llene mi casa” (Lucas 14:23)
“si no me fuera, el Consolador no vendría a vosotros; más si me fuere, os lo enviaré. Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio” (Juan 16:7,8)
Dios en su gracia convida al hombre a gozar de su comunión como aquel hombre del cual habló Jesús cuando dijo que un hombre hizo una gran cena y convidó a muchos, y envió a su siervo para que fuera hasta lo último y convidara y forzara a entrar a todos aquellos a los cuales nadie convidaría. (Lucas 14:16-23)
Esto nos enseña, que hay alguien, figura del Espíritu Santo, que fuerza a los hombres para que acepten la invitación de la gracia. Esto obviamente, mientras dure el tiempo de la gracia, luego será demasiado tarde porque todo cambiará.
El Espíritu Santo no seguirá trabajando interiormente a los individuos, haciéndoles ver y sentir su pecado para llevarlos a Dios como lo hace ahora, sino que todos los que hoy rechazan el amor de Dios, rechazando el mensaje de salvación, perderán la posibilidad de ser salvos.
Uno podría preguntarse: ¿Cómo puede ser que personas que hasta último momento estuvieron sabiendo que Cristo vendría por su Iglesia, pero desecharon la salvación, no podrán ser salvos? Eso es porque para que alguien se sienta perdido, se arrepienta y crea en Jesús como Salvador, debe ser trabajado interiormente por el Espíritu, y en esos momentos el Espíritu Santo no estará para eso, sino que, por el contrario, estarán bajo el efecto de un espíritu de error para que crean a la mentira (Véase 2 Tesalonicenses 2:11)
Pensamientos para reflexionar