FORTALEZA MÍA

“Oh Jehová, fortaleza mía y fuerza mía, y refugio mío en el tiempo de la aflicción” (Jeremías 16:19)


Por lo cual…me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte. (2 Corintios 12:10)

Es notable como la fortaleza espiritual cristiana, es completamente distinta a lo que se piensa en el mundo.

Los creyentes, experimentamos que nunca nos vimos tan fortalecidos, como, cuando pasamos nuestros días en oración. Cuando nuestros pensamientos se elevaron continuamente al Señor para tomar fuerza de él, mostrándole todo aquello que nos preocupaba y atemorizaba.

En esos momentos que buscamos continuamente su rostro, hicimos experiencias inolvidables, dando pasos maravillosos de fe. Sin embargo, fueron en esos días, donde, pasábamos por lo general, las pruebas más grandes y donde nos encontrábamos conscientes de nuestra poca fuerza en la carne.

El Señor, “multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas” (Isaías 40:29) ¡Qué extraordinario! Todos sabemos que 0 x 0 es = 0, pero “Él, multiplica las fuerzas del que tiene cero fuerzas, y lo levanta fortalecido.

La verdadera fuerza es la que viene de Dios.

El salmista dijo: “En mi prosperidad dije yo: No seré jamás conmovido, Porque tú, Jehová, con tu favor me afirmaste como monte fuerte” pero, luego, reconoce que todo eso puede desmoronarse: “Escondiste tu rostro, fui turbado” (Salmo 30:6,7)

No es la prosperidad lo que nos fortalece y afirma,  sino el Señor. (Ver Salmo 16:8 y 84:5)


Pensamientos para reflexionar

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