“Aguarda a Jehová; Esfuérzate, y aliéntese tu corazón; Sí, espera a Jehová” (Salmo 27:4)
“Esfuérzate, pues, y cobra ánimo; no temas, ni desmayes” (2 Crónicas 22:13)
“Tú, pues, hijo mío, esfuérzate en la gracia que es en Cristo Jesús” (2 Timoteo 2:1)
Dios nos enseña a esforzarnos “en la gracia que es en Cristo Jesús” (2 Timoteo 2:1) Esto es completamente al revés de lo que el hombre piensa y enseña.
Todos sentimos nuestras debilidades, nuestra poca fuerza, nuestra melancolía… Y necesitamos fortalecernos.
Esforzarse es tomar fuerzas, animarse, ir a adelante … Los hombres enseñan que la fortaleza está en uno mismo. Y dicen: “Tú puedes, eres bueno, te lo mereces…” Tristemente, nada más alejado de la realidad que esas frases que dejan a Dios y a su gracia de lado.
Debido al pecado, no todo se puede. Hay impedimentos materiales, espirituales, físicos, emocionales, psicológicos… que impiden que el hombre todo lo pueda. Tampoco se puede esperar que las cosas salgan bien por merecimiento, ya que el merecimiento es muy relativo. Y tomar fuerzas pensando que finalmente, uno podrá porque es bueno, es algo donde no se puede estribar, ya que, si somos sinceros, reconoceremos que eso no es así. Esas frases que se centran en el hombre son vanas.
Uno toma fuerzas cada mañana recordando que está en las manos de Dios y que descansa en su gracia; en sus favores inmerecidos que siempre estarán para con los suyos. Cuando recuerda que el Señor prometió estar con nosotros todos los días hasta el fin (Mateo 28:20) Cuando recuerda que él dijo: pase lo que pase “No te desamparé ni te dejaré” (Hebreos 13:5)
Pensamientos para reflexionar