“Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros” (Efesios 4.11)
“Ruego a los ancianos que están entre vosotros, yo anciano también con ellos…Apacentad la grey de Dios que está entre vosotros, cuidando de ella, no por fuerza, sino voluntariamente; no por ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto; no como teniendo señorío sobre los que están a vuestro cuidado, sino siendo ejemplos de la grey” (1 Pedro 5:1-3)
Hay quienes preguntan si pastores y ancianos, son la misma cosa. La respuesta es: No.
El Señor ha dado personas a la iglesia con un don especial para pastorear sus ovejas. (Efesios 4:11) Y también ha puesto por medio de su Espíritu a personas fieles dentro del ámbito de la congregación local como ancianos, llamados también en algunas versiones de la Biblia obispos (vigilante, supervisor) para custodiar el orden en el testimonio de la Iglesia del Señor. (Hechos 20:28) Ambos términos, no describen a las mismas personas ni sus ámbitos y funciones son siempre semejantes.
Ser pastor es haber recibido un don. En cambio, el obispado, no es don, es un cargo, un oficio. “Si alguno anhela para sí el oficio de obispo, buena obra desea” (1 Timoteo 3.1 V. Mod)
Ambos pastorean. Pastorear o apacentar es cuidar a las ovejas para que nada malo les pase, darles el alimento y guiarlas. Pero, el don pastoral, tiene, por ser un don para perfeccionar a los santos para la edificación del cuerpo de Cristo (Efesios 4:12) un alcance universal. Es decir que un pastor cuidará de las almas en cualquier lugar donde haya una oveja del Señor. En cambio, un anciano, cumplirá funciones similares, supervisando a la grey, y cuidando de ella, pero ocupando, dentro de la iglesia local, un cargo en el cual fue puesto por el Espíritu y reconocido por los hermanos.
Continúa en la parte 2
Pensamientos para reflexionar