“No tengas amistad con el iracundo, ni te acompañes con el hombre furioso; no sea que aprendas sus caminos” (Proverbios 22:24,25 V. Mod)
“No os engañéis; las malas compañías corrompen las buenas costumbres” (1 Corintios 15:33 V. Mod)
“Conviértanse ellos a ti y tú no te conviertas a ellos” (Jeremías 15:19) Le dijo Dios a aquel hombre de Dios. Y es la misma directiva que debemos tomar nosotros. Así como el profeta no debía dejarse influenciar por lo que se vivía a su alrededor, nosotros, debemos mantenernos firmes en la fe, para que los que no conocen a Dios no nos arrastren, sino por el contrario, podamos serle de bendición influenciando sus vidas para que se vuelvan a Cristo.
¡Cuánto debemos tener en cuenta esa recomendación! Pues que propensos somos a seguir la corriente de este mundo, y qué poco necesitamos para darle rienda suelta a esos sentimientos. Todos debemos reconocer que muchas veces, aun sin quererlo, bajamos la guardia cuando nos encontramos frente a amistades o familiares y nos dejamos avasallar por sus propuestas e invitaciones. Vienen y sin darnos cuenta cambiamos costumbres, formas y horarios. En lugar de ser fieles testigos de Jesucristo y hacer que los demás se sumen a lo que vivimos: Momentos de reunión, actividades cristianas, etc. Cedemos, acompañándolos a ellos.
Los Tesalonicenses, no obraron así. Ellos se convirtieron de los ídolos a Dios para servir al Dios vivo, y aunque los demás a su alrededor siguieron su vida de pecado, ellos no cedieron y fueron ejemplo a todos los de Macedonia y Acaya con un testimonio que fue notorio por todos lados (1 Tesalonicenses 1:7-10)
Pensamientos para reflexionar