ENSEÑANZAS DEL TABERNÁCULO (1)

“Y harán un santuario para mí, y habitaré en medio de ellos. Conforme a todo lo que yo te muestre, el diseño del tabernáculo, y el diseño de todos sus utensilios, así lo haréis” (Éxodo 25:8,9)

“Y así dispuestas estas cosas, en la primera parte del tabernáculo entran los sacerdotes continuamente para cumplir los oficios del culto” (Hebreos 9:6)


La primera habitación que tuvo Dios en la tierra fue el tabernáculo (Éxodo 25:8)

Quien buscaba a Dios debía dirigirse al tabernáculo de reunión, y entrar por la puerta. Esa puerta nos habla de Jesús, quien dijo; Yo soy la puerta (Juan 10:9)

Al igual que ahora, todo aquel que se acerca a Dios debe hacerlo a través de Cristo, pero no de un Cristo en el cual se cree de manera histórica y se lo reconoce como un gran hombre, o como un profeta. Sino como el Salvador. Por eso, ni bien se ingresaba al tabernáculo lo primero que se hallaba era el altar de sacrificio y para avanzar hacia a Dios, era necesario reconciliarse con Dios por medio de un sacrificio sobre el altar. No valían los sacrificios que el hombre pudiera hacer en otro lugar, sino el sacrificio en aquel altar que Dios designó, figura de la cruz del Gólgota, donde nuestro Señor se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios (Hebreos 9:14)

Luego se abría el camino al santuario para adorar, pasando previamente por la fuente de bronce, donde los sacerdotes debían lavarse para estar limpios en la presencia de Dios, figura de la necesaria confesión de nuestros pecados. (1 Juan 1:9)

Eso enseña que no cualquiera puede acercarse a Dios y adorar, sino aquel que es salvo y estando en las condiciones espirituales que Dios requiere.


Pensamientos para reflexionar

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