“Jesús dijo: Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí” (Juan 5:39)
La Biblia es la Palabra de Dios. Es el libro más traducido y vendido en el mundo.
Muchos intentaron leerla buscando satisfacer sus curiosidades, olvidando que para comprenderla se necesita la asistencia del Espíritu Santo, y que no es un libro de información, sino de formación. “ésta se ha escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo, tengáis vida en su nombre” (Juan 20:31)
Pensemos por ejemplo en esto: El libro del Génesis tiene 50 capítulos. Los 11 primeros nos hablan de la creación de todas las cosas, el desarrollo de la humanidad, el diluvio universal, la repoblación de la tierra… abarcando un período de 2000 años. Luego los otros 39 capítulos restantes, nos hablan del llamamiento de Abraham, y las promesas de gracia hechas en su simiente, terminando con la vida de José; abarcando un periodo de 350 años.
Evidentemente Dios quiso darnos muchos más detalles en cuanto a su obrar en gracia, para que conozcamos su amor, conducirnos al arrepentimiento y a recibir a Cristo; que darnos los detalles que el hombre hubiera querido tener.
Lo mismo sucede con el relato acerca del Señor Jesús. Los evangelios constan de 89 capítulos. 4 hablan de su vida hasta el comienzo de su ministerio, y el resto, 85, abundan en detalles para presentarnos su obra de gracia para salvación.
Pensamientos para reflexionar