
Así dijo Jehová: … Has honrado a tus hijos más que a mí, engordándoos de lo principal de todas las ofrendas de mi pueblo Israel. Por tanto, Jehová el Dios de Israel dice: Yo había dicho que tu casa y la casa de tu padre andarían delante de mí perpetuamente; más ahora ha dicho Jehová: Nunca yo tal haga, porque yo honraré a los que me honran, y los que me desprecian serán tenidos en poco. (1 Samuel 2:29,30)
Simeón y Leví, se habían portado mal ante Dios y los hombres, actuando de manera desleal y abominable. (Genesis capítulo 34) Cuando Jacob, habla proféticamente acerca de sus hijos, recuerda el hecho, y dice para ellos. “Simeón y Leví son hermanos; armas de iniquidad sus armas. En su consejo no entre mi alma, ni mi espíritu se junte en su compañía” (Génesis 49:5,6)
Esas palabras de un padre para con sus hijos, son aleccionadoras, porque nos hacen ver, como a pesar del amor que uno puede sentir por los hijos, hay cosas, en las cuales no puede estar con ellos.
Esto podría parecer una exageración. Muchos creen que un padre por amor debe acompañar a los hijos incondicionalmente. La Biblia nos dice que el amor verdadero, no hace nada indebido y se goza siempre en la verdad (1 Corintios 13:5 y 6) Y el Señor Jesús dijo: “El que ama a hijo o hija más que a mí, no es digno de mi” (Mateo 10:37)
Cuando alguien amado peca, no es amor acompañarlo y participar de su mal. Amor, es reconvenirlo haciéndole ver que está mal y no participar de su pecado. No alcanza como padre sufrir lo que ellos hacen, sin hacer nada. (Véase 1 Samuel 2:22-30)
Dios espera que como padres actuemos defendiendo la verdad de Dios, para que ellos procedan al arrepentimiento y puedan ser restaurados.
Pensamientos para reflexionar