EN LAS PALMAS DE MIS MANOS TE TENGO ESCULPIDA

“¿Se olvidará la mujer de lo que dio a luz, para dejar de compadecerse del hijo de su vientre? Aunque olvide ella, yo nunca me olvidaré de ti. He aquí que en las palmas de las manos te tengo esculpida…” (Isaías 49:15-16)

“El amor nunca deja de ser” (1 Corintios 13:8)


El amor de una madre es una amor abnegado y fiel. Por medio del profeta Isaías, Dios nos hace ver que el amor que él siente por los suyos es aún mayor que el amor de una madre, el cual, aunque incondicional, podría quizás alguna vez fallar. No así el amor suyo para con nosotros.  

El Señor además agrega que aquella Jerusalén, tan amada ante sus ojos, la tiene esculpida en sus manos.  “Hermosa metáfora que habla a nuestro corazón” ¡Qué seguridad da saber que sus palabras son confirmadas con el hecho de tenerlos marcados en sus manos! Lo mismo es para nosotros.

Cuando el Señor se presentó a los suyos resucitado de entre los muertos, viendo que estaban preocupados, desconsolados, atemorizados, les dijo: “Paz a vosotros. Y cuando les hubo dicho esto, les mostró las manos y el costado” (Juan 20:19,20) Esas manos tenían las señales de su pasión. De su muerte en la cruz, de su amor hasta el fin…

Alma que sufres en esta vida, recuerda que el Señor Jesús es aquel que te ama con amor inalterable, y espera que le abras el corazón y le entregues de esa manera tu vida entera. El hará nuevas todas las cosas, y curará tus heridas. Él te dará paz y por sobre todas las cosas la vida eterna y la seguridad del perdón de todos esos pecados que te atormentan.


Pensamientos para reflexionar

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