“Circuncidad, pues, el prepucio de vuestro corazón, y no endurezcáis más vuestra cerviz” (Deuteronomio 10:16)
“Llevad mi yugo sobre vosotros… y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga” (Mateo 11:29,30)
Dios nos habla por medio de su Palabra. Él quiere que creamos en él y le obedezcamos;
Pero, el hombre en su altivez, no quiere reconocer su pecado.
“Dios resiste a los soberbios, Y da gracia a los humildes” A aquellos que se humillan bajo la poderosa mano de Dios y aceptan lo que les dice. (1 Pedro 5:5,6) el Señor los levanta, perdona todos sus pecados y les da vida eterna. Ellos reciben sus instrucciones, y caminan en ellas, porque ahora desean hacer la buena voluntad de Dios. “Atan a su cuello la verdad y la misericordia y las escriben en las tablas de su corazón” (Proverbios 3:3)
¿Por qué en el cuello y el corazón? Porque el cuello es el lugar donde se coloca el yugo, y el corazón donde están los verdaderos afectos.
Jesús dijo: “Llevad mi yugo sobre vosotros…” (Mateo 11:29) El yugo de la obediencia al Padre.
El yugo se coloca sobre la cerviz, parte posterior del cuello, pero, para colocarlo sobre los bueyes, por ejemplo, se necesita bajar sus cabezas.
Dios declara que el hombre es “duro de cerviz” (Hechos 7:51) “se ensoberbece, y anda con cuello erguido” (Isaías 3:16) No quiere bajar su cabeza y reconocer.
Recién cuando el hombre, se reconoce pecador y recibe a Cristo, recibe una vida nueva y comienza a caminar feliz el camino de la obediencia.
Pensamientos para reflexionar